Apostar al jaque mate
no siempre merece la pena,
las tablas son dulce condena,
hay que reanudar el combate.
En esta batalla de lágrimas
casi todos somos peones,
deslumbrados por los neones
buscando lunas más cálidas.
Acabaremos todos al final
derramados sobre el tablero,
a fuerza de serte sincero
ahora no me parece tan mal.